La ley es una alfombra de derechos y obligaciones: no es un arma

,
Tiempo de lectura: 5 minutos

Aún conmocionadas por el fin de la clandestinidad, debemos reflexionar, asumir e impulsar en nosotras mismas un cambio de chip. Ya que la Ley de bases 7/2023 del BOE de 28 de marzo, asienta de una vez por todas que la gestión ética de colonias, se acabó la ocultación y empieza la corresponsabilidad. Gestionar la población ética de gatos, es decir, capturar, esterilizar, retornar y cuidar apropiadamente de los gatos nacidos en la calle no es criminal, no es “multable”, ni debe depender de la buena voluntad, el conocimiento o el oportunismo de los responsables municipales. La gestión ética y eficaz de los gatos comunitarios es un horizonte que debemos alcanzar de manera cooperativa. Ser miembro activo del cuidado de los gatos de nuestro municipio no es un capricho, no es una afición, es una oportunidad para ser solidarias, compasivas y crecer en valores individual y colectivamente. Tenemos un buen camino marcado, toca a todos transitarlo.

Los ayuntamientos deben ponerse las pilas en el conocimiento, la normativa, los presupuestos, las subvenciones, la coordinación con profesionales y entidades. Las gateras tenemos derecho a formar parte de ese proceso, sobre todo si nos formamos, si somos consecuentes con las buenas prácticas y si nos relacionamos de manera apropiada entre nosotras y con los otros protagonistas de esta nueva etapa. Por honestidad con los gatos, y con nosotras mismas, no exijamos lo que no podemos dar. Las pilas nos las tenemos que poner todas y todos. La ley es una alfombra donde pisar seguro para hacer las cosas bien, no un arma con el que amenazar a quien no sabe, no puede, no entiende o no ha hecho las cosas como a nosotras nos gustaría.

Todas debemos situarnos en una actitud flexible, responsable, colaboradora y constructiva. A muchos profesionales les está viniendo de nuevo lo que ya es una ley estatal. Todas sabéis que el proceso de la ley ha estado plagado de malentendidos, de bulos, de confusión, de medias verdades y de mentiras enteras. Los medios de comunicación no han estado a la altura y muchas veces han exagerado la anécdota y silenciado lo importante. La lamentable exclusión del amparo de esta ley para los perros cazadores, ha eclipsado el gran paso adelante que dicha ley ha significado para un colectivo mucho mayor, mucho más emergente y mucho más solidario que es el de las mujeres gateras y los gatos comunitarios.

Las redes sociales han dado un protagonismo excesivo a las más broncas, a los más incendiarios y a los menos informados. Hay claros indicios de que una gran mayoría que ha opinado sobre la ley no había leído el borrador, ni conocía las vicisitudes que justificaban los cambios que han dejado el texto final como está. Leer los textos normativos es una lata cuando uno quiere juguetear con animales, no le da la vida o la curiosidad para todo o para quien prioriza conseguir muchos likes en el insta o drama en Twitter.

Dada la diversidad de normativas, entre autonomías, y mucho más entre ordenanzas municipales del CER de la gestión eficaz de la población felina, se ha sabido poco o casi nada en la mayoría de ámbitos sociales y administrativos. Cada aficionado o profesional vive en una burbuja que le hace pensar que su mundo es el mundo o es el más importante. De la misma manera que la mayor parte de la ciudadanía, si no está obligada, ignora deliberadamente el BOE, los medios especializados y los procesos administrativos, las personas que quieren cuidar de los gatos no siempre ven la necesidad de familiarizarse con los textos legales. Aunque exista una motivación genuina por una causa, la mayoría evita leer y analizar un texto legal en crudo. Opta por fiarse de los mediadores, profesionales o amateurs, de los titulares o si me apuras de TIKTOK (¡Dámelo fácil, aunque no sea verdad! ¡Dame munición que me da más vidilla… que la información!).

Para el 99% de la población española que hay gatos en la calle y que se pueden cuidar de ellos apropiadamente y reducir los peligros, el maltrato y su proliferación es algo desconocido. Si es cierta la cifra de 100.000 gestoras de colonias en toda España, solo un 0’0021% de la población española se ocupa de los gatos comunitarios. Probablemente, hay más personas que alimentan gatos, seguramente por cada persona que hace la gestión, hay muchas que saben qué es cuidar de colonias… Pero hemos de trabajar desde la conciencia de que debemos explicar, debemos seducir y debemos hacernos entender. Denuncias, exigencias y malos modos, los justos.

Muchos biólogos no saben aún que buscamos reducir el número de gatos de las calles de la manera más efectiva. Muchos veterinarios se graduaron sin haber escuchado el concepto de CER ni una sola vez en toda la carrera. Muchos sanitarios aún desconfían de los animales por un potencial arcaico en la transmisión de enfermedades. Para los técnicos y políticos que trabajan en la administración, los gatos de la calle son un asunto que se entremezcla con miles de otros temas. Seguramente, entre los legajos a estudiar para obtener una plaza de funcionario, nunca se ha hablado de gestión de colonias de gatos en la vía pública. Ninguna oposición ha incluido preguntas sobre el CER. ¿O vosotras sabéis de algún caso?

Después de comparecer en las comisiones, de repetir como un mantra la inoportunidad de la ley, representantes de prestigiosas profesiones declaran la ley como un texto necesario, un paso firme hacia la justicia social y un avance hacia las políticas públicas más europeas, más humanitarias. De todas maneras, la Ley 7/2023, de 28 de marzo, de protección de los derechos y el bienestar de los animales sigue siendo una gran desconocida.

El capítulo VI establece el marco legal para la gestión de poblaciones felinas en libertad, colonias con origen en gatos abandonados, extraviados o merodeadores sin esterilizar y de las camadas procedentes de éstos, que son producto de la tenencia irresponsable. Se introduce el concepto de gato comunitario, el gato libre que convive en entornos humanos y que no es adoptable debido a su falta de socialización, y se establece una gestión integral de los mismos con métodos no letales, basados en el método CER, con el objetivo de reducir progresivamente su población mientras se controla el aporte de nuevos individuos con la esterilización obligatoria de los gatos con hogar.

La administración, y sobre todo la local, está inundada de ciudadanos indignados por miles de razones. Es mucho más frecuente haber sufrido el machaque del anciano indignado por la gata que le cría en el parking, la comunidad con los gatos que chillan a partir de la primavera por las noches, la vecina que no soporta el olor de las micciones de marcaje y la señora que describe la mala pinta de algunos gatos furtivos en un solar contiguo.

No se trata de plantarse como vikingas frente a las oficinas técnicas o los despachos políticos exigiendo el CER. Y ni mucho menos la pasta que nos parezca, para castrar los gatos que nos parezca, con el veterinario que nos parezca y cuando nos dé la gana. Al menos los artículos 38 a 42 de la Ley deben leerse, comprenderse y trabajarse seriamente antes de pedir ninguna reunión, redactar un proyecto o exigir nada públicamente. El boca, oreja, el rumor, el yo creí, yo pensé, a mí me dijeron, el me suena que… no valen. En solo tres páginas podemos descubrir la mejor regulación de las colonias felinas de Europa y a la espera de poder confirmar que incluso mucho más allá. Desde FdCats os vamos a ir compartiendo sobre el texto comentarios, pero “tatuaros” al menos las 1382 palabras del capítulo VI para comprender que, si queremos, hay un nuevo horizonte para los gatos en España. El conocimiento, las buenas formas, la colaboración constructiva, la cordialidad y el respeto nos visten mientras pisamos con paso firme la alfombra roja que es la nueva ley.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *